Escuela Técnica N° 28 Gral. Juan Martín de Pueyrredón – La Toma
Corría el año 1849 en San José del Morro, un pequeño poblado asentado en la falda del cerro del mismo nombre, surgido allá por el siglo XVII como fuerte para contener el ataque de los ranqueles. En una de esas incursiones la víctima fue Doña Tiburcia Escudero, nativa del lugar.
Una mañana de noviembre, en la casa de los Escudero habían comenzado con las tareas cotidianas. Todo estaba en calma, pero de pronto, la paz se rompió con un gran estruendo, ¡el Morro temblaba! Todo se llenó de griterío y olor a sudor de potros encabritados. Tiburcia trató de huir, pero ya era tarde. Un joven ranquel la tomó de sus trenzas y la cargó sobre sus hombros.
Tras varios días de cabalgata llegaron a las tolderías de los ranqueles ubicadas en la Pampa Grande.
Apenas la bajaron del caballo la llevaron ante la presencia del cacique, quien la observaba mientras decía: “linda la mujer blanca”, luego la ataron en un gran poste a la vez que le convidaba agua. Cuando cayó la tarde la introdujeron en una especie de toldo en cuyo centro había un poste que sostenía la estructura. Nuevamente la ataron, mientras una de las mujeres le decía: “Cuando salga la luna serás del cacique”.
Tiburcia desfallecida por el dolor de las heridas, el hambre y la sed, nada respondía. De repente, entró en el toldo un hombre grandote y feo, se acercó a Tiburcia y le dijo:
-Soy el cacique y mando en la toldería, cuando la luna brille alto, serás mía.
Luego se sentó en el centro del toldo, mientras bebían y comían. Cuando la luna estuvo en su plenitud, le desataron las manos y la llevaron a fondo del toldo donde había una especie de catre. Tiburcia resistió como una leona, mordiendo y rasguñando a sus captores, así desistieron de sus perversas intenciones.
Por varios días la mantuvieron atada a un poste como castigo. Así fue pasando el tiempo en las tolderías. La cautiva observaba todos los movimientos de la tribu mientras en su cabeza preparaba la huida.
Varias veces lo intentó, pero la última el castigo fue terrible. Una mujer le arrancó la planta de los pies como escarmiento. Sus heridas tardaron en cicatrizar.
Mientras transcurrían sus días entre los salvajes con total normalidad, estudiaba otro nuevo escape, pero esta vez estaba segura de lograrlo, ya que se avecinaba la celebración del We Tripantü o Año Nuevo Ranquel, festividad que duraba tres días en la que realizaban charlas, bailes y en la cual grandes y chicos bebían hasta quedar desmayados. Esa era su oportunidad y así lo hizo. Se robó un par de caballos y huyó.
Viajaba de noche hacia donde ella creía que era el norte porque allí estaba su pueblo. Pasaron varios días, de los captores ni noticias.
De repente, a punto ya de desvanecerse por la sed y el hambre, divisó un rancho y corrió hacia allá. Doblegada por el cansancio, se desmayó. La paisana que vivía en el rancho, la llevó a su casa. Allí la ayudaron a asearse y le prestaron ropa, mientras se hacían las diligencias para devolverla a su lugar de origen, ya que estaban muy lejos de su pueblo. Había salido cerca de Desaguadero.
Cuando llegó al Morro nada era lo mismo, todo había cambiado. Sus padres habían muerto. Sus hermanos no la conocían.
Así nació una nueva Tiburcia: la mujer silenciosa, de mirada lejana, perdida quién sabe en qué recuerdos.
De ahí en más con la fuerza que solo pudo dejar tanto sufrimiento, comenzó una nueva vida, construyendo su futuro.
Es así como la recuerda su pueblo, fuerte y valiente para conseguir la más preciado que puede tener todo ser humano: la libertad.
Elenco
Abigail Ayelén Sosa,
Fabricio Suares
Valentina Sáez,
Fernanda Luján Bastias,
Milagros Barroso Rosales,
Karen Natali Castillo,
Abigail Yanela Collado,
Axel Alejandro Garro,
Juan Gabriel Garro,
Dulce Abigail Mantilla,
María Galilea Mendoza,
Luciano Javier Mendoza,
Catherin Sibonet Pérez,
Marianella Luz Rosales,
Martín Agustín Ruiz,
Luciano Vargas Chiquilero,
Evelyne Mariam Vega,
Camila Beatriz Villegas,
DOCENTES
Adriana del Carmen Barroso
Vilma Evelia Vivas
Andrea Aguilar Oviedo
Claudia Andrea Gonzalez
Carolina Melina Nicolá